Thursday, August 2, 2018

Las coordenadas a Salnés



Las coordenadas del GPS no concuerdan con la dirección de la bodega Veiga Serantes, a la que hemos venido a visitar en Rías Baixas. El lugar que Honorio, uno de los dueños de la vina, nos ha dado para reunirnos es en la playa.

“Vengan, dejen el carro ahí” grita mientras nos reúne con Tito y Rafa, los otros dueños de la finca, para presentarnos.

Honorio apunta a unas ruinas que yacen en el mar, y nos dice “estas son unas construcciones que dejaron los Vikings en siglo XI cuando invadieron esta parte de la península” mostrando un edificio que se sostiene a medias en el mar.

Reflexionamos por cinco segundo de la significancia de este monumento cuando Honorio nos toma por el brazo y nos lleva al auto para partir a la bodega.

Galicia ha sido constantemente visitada por otras culturas, celtas, bretones, moros, e incluso la guerra civil española han dejado huella en su cultura. No han podido, sin embargo, borrar la identidad gallega.

Por esta razón Galicia y los gallegos a los ojos del visitante se puede presentar algo arisca al inicio. Difícil de asir o entender. Su acento es complicado de descifrar a oídos foráneos.

La uva principal es Albariño, que llegó a esas tierras justamente con los movimientos migratorios. Algunos dicen que fueron los monjes del Cister franceses que con su peregrinaje por el Camino De Santiago trajeron en el siglo XII las uvas y de paso enseñaron de los cuidados de la vid.

Galicia es lluvioso y tenuemente frío. Esto impide que muchas de las uvas tintas maduren a nivel, dejando a la Albarino como la estrella de la región.  

Rafa nos pide disculpa, acaban de vender la vieja bodega y lo que es hoy nuestra sala de degustación era ayer un gallinero. A ellos no les importa, están felices. Es un lugar para amigos.

"Aquí hacemos vinos con una honestidad brutal" cuenta Rafa que con orgullo asegura que puede nombrar a cada uno de sus viñedos por nombre y apellido y que sabe que muy pocos productores de la región pueden lograr ese nivel de detalle.
Detalle que ha ido desapareciendo con la introducción de tecnología y vinos de producción industrial. Un fenómeno que comenzó en Rías Baixas al menos hace 20 años, nos comentan.

Mientras caminamos por las viñas junto a las 19 ovejas que ayudan a mantener la hierba a nivel, Tito insiste en que su proyecto de vinos es un reflejo de lo que hacían sus abuelos.

Usa las mismas técnicas que ellos y busca sabores que evoquen esos recuerdos. Para ello ha concentrado sus energías en conservar la levadura autóctona del lugar. Por eso el uso de químicos está prohibido.

Tito complementa el punto “nosotros no vamos a transar, esta tierra es la que me dieron mis abuelos y vamos a hacer un vino que refleje el suelo, el territorio y la tradición”.     

Sin embargo concuerdan que el principal problema estos días la presión comercial. Por más apegados al terroir, la viña debe ser económicamente rentable, pero aseguran que no cambiarán su estilo: “Aquí se hacen vinos que nos gusta tomar, por qué si no los vendemos...lo bebemos!” mientras toma un largo sorbo de su Albarino.

improvisan una cena. De una carretilla salen brasas para asar mejillones, sardinas, anchoas y algo de carne. Es una delicia que va a la perfección con los vinos de Veiga Serantes, mientras Rafa, Tito y Honorio hablan, ríen y cantan cuando cae la noche fresca en el pueblo Salnés.

Thursday, February 17, 2011

El lenguaje y el vino

Lo dije cuando comenzó el 2011: “este debe ser el año de las acciones, dejar la humilde pasividad y pasar a la pro actividad”. Y claro, parte de esa etapa es volver a escribir, volver a comunicar y volver a expresar. Hace algunas semanas estaba pensando qué hizo que aflorara esta pasión tan grande por el vino. Y creo que la respuesta está en la comunicación, en el lenguaje, en la necesidad de expresarse.

Al llegar a Estados Unidos no encontraba la manera de hacerlo, mi inglés no era muy avanzando y la frustración por no poder comunicar era indescriptible.

Las cosas de la vida. Tomé un curso de ingles en un barrio de Virginia llamado Arlington justo al lado había una tienda de vinos que, “casualidad”, estaba buscando personal. Y fue ahí cuando decidí cruzar el rió y tomar la oportunidad con la excusa de practicar el idioma y aprender. Pero en el fondo estaba tomando el trabajo por la necesidad de expresar, de contar historias, de sentir que era escuchado, que era entendido. Pude ver además, que lo hacia bien. Hoy soy uno de los managers de la tienda, tengo la posibilidad de comprar vinos para el local, y he comenzado a crecer profesionalmente. He encontrado cierta felicidad que, para ser sincero, nunca pensé que podría lograr con un par de botellas.

Hoy es el año de las acciones y este blog será nuevamente testigo de ello.

Thursday, April 10, 2008

No tomo Merlot?


No quiero hablar de la película, pero, a veces, me causa gracia cuando las personas afirman, tajantes, que no toman Merlot. No aquellas que no les gusta el vino tinto, sino que aquellas que les gusta de todo, menos el Merlot.
Me he puesto ha pensar una y otra vez el porqué. Qué hay en esta cepa que despierta tantos enemigos. Y Claro, lo primero que se me viene a la cabeza es el marketing y el cine.
Hace ya cuatro años, Sideways o “entre copas” puso al pinot noir de moda; tan de moda que mandó al merlot a un tercer plano, y quizás todavía más lejos.
Recapitulemos, Miles (el personaje principal de la película) es un depresivo, que lleva a cuestas un divorcio no asumido y del que no ha podido recomponerse. Miles ama al pinot nior tanto o más que su ex esposa, y por su puesto odia el Merlot.
Bueno, en medio de la película, Miles se manda una tremenda frase, de esas que quedan dando vueltas en el historial del cine: “I am not drinking any fucking Merlot”.
Y ahí el marketing vio su oportunidad. Tomó el pinot noir como antitesis del Merlot y lo subió al podio de lo “IN” y lo transformó en su ícono.
Ahora, para muchos, decir que no toman Merlot, es una carta segura. Los deja bien parados, es estar a la moda. Es como un escudo, es como saber de vinos.
Pero no todo es están vacío, tan marquetero. Al menos para Miles. El tiene sus razones, obsesivas, pero razones al fin y al cabo. Porque el pinot, dice, no es cualquier cepa, no es un sobreviviente como el cabernet sauvignon. El pinot noir no se da en todos lados, requiere un cuidado excesivo y además madura antes que el resto de las uvas.
Así, nuestro amigo Merlot parece ser todo lo contrario. se da en todos lados, es independiente, lo dejan solo y le da lo mismo porque siempre dará buena fruta. Y quizás esa sea la verdadera razón del porque la gente ha dejado de tomar Merlot, incluso antes de la película.
Es tan vasta su producción que muchas veces se hacen vinos de alta producción, malos, sin alma, baratos y malos. Son brebajes que no llegan al corazón, que pasan volando o que ni siquiera dejan un ligero recuerdo. El Merlot puede caer en eso, pero ojo que también sucede con el cabernet u otras cepas.
Del Merlot tengo buenos recuerdos. Uno de mis primeros vinos que tengo memoria y que disfrute fue el popular Carmen Margaux creo que del 97’. Recuerdo tomándolo con una empanada después del empate de Chile con Italia para el mundial del 98’. Taninozo como él solo y con madera suficiente como para construir un escritorio. Era un merlot, del que de verdad disfruté y como espero disfrutar los Merlot que vendrán en el futuro. Yo tomo Merlot y me gusta.

Tuesday, March 25, 2008

Del regreso y Primus


Había estado alejado. Y fue por harto tiempo, y espero que con estas líneas podamos restablece en parte el tiempo perdido.

Solo por casualidad probé hace algunas semanas Primus 2004, el vino de la viña Veramonte. Justo ese día supe que habían lanzado al mercado el nuevo Primus 2005 y con buenas referencias. Al menos esto fue lo que dijeron los críticos que mas leo. Cesar Fredes de La Nación le gustó el “frescor y elegancia, pero también madurez, abundantes notas de fruta roja y taninos dulces y redondos, en un vino sabroso y grato, de final largo, con presencia de barrica muy bien armonizada. Por lejos, el mejor Primus que hayamos catado”. Mientras que Patricio Tapia de Planetavino señaló que “la versión 2005 es mi favorita hasta ahora, está delicioso y es el mejor vino que yo le he probado a Veramonte.” Que tiene de especial, aun no lo se, pero al parecer se ve bueno.
Mientras revisaba la prensa me encontré con el Primus 2004 que dio una grata sorpresa. Más que nada, lo que me gusto fue su estructura, suave, sedoso, pero con presencia. Para mi, frutas rojas, especie y algo achocolatado. Realmente un placer. Le viene muy bien una carne cocinada al horno, lentamente.
Si lo pueden encontrar, no lo duden. Un gran vino, al menos para mí. Este es uno de aquellos que queda en la memoria, sin necesidad de buscarlo en la libreta.
Primus 2004, Veramonte, Merlot, cabernet sauvignon, carmenere.

Wednesday, December 12, 2007

Alfredo, cremas y vinos



Corría el año 1914 cuando el italiano Alfredo di Lelio decidió introducir algunos cambios a la tradicional receta de los fetuccines a la mantequilla. Agregó crema, puso queso parmesano y mantuvo la mantequilla. El resultado Fetuccines Alfredo. Eso fue en Roma en su restauran llamado “Alfredo Alla Scrofa”. Paso el tiempo, la salsa se hizo famosa (él también), y cuando ya no podía admistrar el local di Lelio decidió vender. Así pasados los años el restaurant se instaló en Nueva York frente al edificio Rockeffer a pasos de la 5 avenida.
Me doy todas estas vueltas para contarles que gracias a la divina providencia, en general, y a una tía de la Jessi, en particular, tuvimos el placer de comer en Alfredo. Gran experiencia.
Obviamente la comida italiana manda y obviamente la salsa Di Alfredo es el souvenir que hay adquirir. Yo no lo hice, Jessi tampoco, pero no por “Contreras” sino porque lo que ofrecía la carta era tentador. Para Jessi una ensalada de pulpo con salsa de aceitunas que nos hizo acordar mucho a la comida peruana. El pulpo estaba increíble. Para mi unos ravioles de ternera con salsa de champiñones. Muy sabroso.
De alguna forma esto hay que ligarlo al vino y aquí hay tres pequeñas historias. Resulta que, yo no tenía idea, Alfredo ha sido reconocido durante cuatro anos consecutivos por tener una de las mejores cartas de vino según la revista wine spectator. Y si, la carta es intimidante, una centena de vinos italianos unos cuantos americanos y solo uno chileno. Terra Andina cabernet sauvignon 2005. Lo que bebí, una copa de Ilumitati Montelpuciano d’ abruzzo 2005. Vino equilibrado con mucha frutas rojas y de largo termino, que le “vino” muy bien a los ravioles.
Ah, porque no probé la salsa di Alfredo, bueno, por la crema.

Thursday, December 6, 2007

Sin protagonismo

No se si serán buenas o malas noticias, pero hace algunos días salio el ranking de los mejores vino del año que publica Wine Spectartor. Sorpresa o no, los vinos chilenos en esta ocasión no son protagonistas y casi no figuran.
Si el año pasado nos sorprendimos con Don Melchor en el cuarto lugar, hoy solo vemos dos botellas nacionales dentro de los 50 primeros lugares.
En el 30 está viña Montes syrah Alpha Apalta Vineryard 2005 (92 puntos) y en el 49 Santa Rita Cabernet Sauvignon Medalla Real, reserva especial 2004.
Qué pasa con los vinos argentinos. También ubican dos ejemplares dentro de los 50 primeros y más arriba que los chilenos. En el 23 Bodegas Catenas Zapatas, un Malbec de Mendoza y en 45 La Viña Alto las Hormigas con otro Malbec. Ojo con esta viña que tienen precios muy razonables y vinos con carácter.
Un dato Interesante es que en el segundo lugar y por primera vez, eso creo, fue elegido un chardonnay (un californiano). El primer lugar para el vino francés Clos des Papes. Más tradicional dónde.

Sunday, December 2, 2007

Memorable cata

Por Ricardo Truffello
Comentario Julián Vejar y Marcelo Robledo.

Demás esta decir que la cata fue sólo un detalle más en esta linda junta, en donde, por sobre todo los extrañamos mucho.

Vamos a los Vinos. Intentaré recoger todos los comentarios.

El primero fue un Estampa Reserva 2005. Un poderoso ensamblaje de Syrah, Cabernet Sauvignon y Merlot.
→ Mucho cuerpo, frutas rojas, principalmente mora; los taninos fueron sintetizados por Julián como “flechas de plata, directo al paladar”. Con la oxigenación fue destacando las frutas. Final largo, largo. En mi opinión, sólo por su desconcertante poder, el mejor de la noche.

El segundo fue nuestro famosos Casillero del Diablo 2005 Cabernet Sauvignon.
→Frutal, muy equilibrado, en una palabra correcto. Quizás por su antecesor no pudo destacar más. Los taninos sedosos. Frutas: principalmente berries. Con la oxigenación Julián descubrió Café y Chocolate, es decir el vino gano en aroma y comenzó a destacarse más. Efectos Secundarios: Julián comienza a llamarme de forma continua y reiterada por el nombre de Julio, es el comienzo del fin.

El último vino de la noche. Falernia Reserva Syrah 2005. Este vino es del valle del Elquí (la cuarta se destapó con los Syrah).
→ Esta sin duda es la nota de cata más confusa, pero seamos sinceros, no es culpa del vino. De cuerpo medio, es nuevamente un vino equilibrado. Destacan tonos especiados, quizás algo ahumado. Buen vino (y barato – 3.000 – en LA CAV) Efectos Secundarios: de forma intempestiva el vino se lanzo sobre mi camisa y pantalón; Julián… lo perdimos, el vino le causo un extraño fenómeno, sus parpados se debilitarón y cedieron ante la fuerza de la gravedad, sin embargo en ocasiones… continuo hablando. Nota de cata de Marcelo: Ta ‘ Rico (y mucho!)

Bueno con esto se cierra la cata; esta fue acompañada por un crudo, y pizzetas de Felipe Didier (muy guenas). A y muy importante, la Poti se mando de aperitivo un exquisito pomelo sour.

Bueno Primo, espero que la próxima sea con ustedes.